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Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne(A), Dios lo hizo(B): enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne(C), para que el requisito de la ley(D) se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu(E).

Porque los que viven[a] conforme a la carne(F), ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu(G).

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Footnotes

  1. Romanos 8:5 Lit. son.